Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2016

La перестройка de una vida

Imagen
  Cuando su mano (y no el aire) cerró la puerta, sentí que todo quedaba atrás: una vida, muchos sueños, deseos mutilados, ganas a medio explotar, palabras por decir y un abrazo que nunca más podría dar. La soledad de aquella calle caminó a mi lado por varias cuadras, luego, al verme llorar, me abrazó. ¡Todavía hoy lo hace! No sé si por lástima o protección, pero al menos ella me abraza… Escribir fue una salida…obviar el dormir la mejor opción para quien deseándolo no lo conseguía. De todo aquello no veía lecciones, ¿es que acaso las había? Tiempo después перестройка fue un eslogan de obligado cumplimiento para quien ya cansado deseaba algo…alguna cosa…pero que fuera algo… Hoy la перестройка se hace efectiva con cada jornada que queda y aquel sillón contiguo, aunque lento, se aproxima al final de su prolongado movimiento.   El Blog de Yuliesky Amador Antecedida por una tarde que pasó lento y un beso que nunca se dio, llegó la noche marcada por un día cargado

Un escrito de un amigo…que me ha puesto a reflexionar !!!

  Amador: Hasta tu apellido te condena. Que me perdonen los amadores, no de apellido como el que recibe esta misiva, sino los de adjetivo. Yo, solo puedo por mi experiencia, no te podré comentar más que eso, no tendríamos para cuando terminar. Enumero: tu primer gran problema es lo poco existencialista que te sientes. Trabajas mucho. Que trabajando es como único se crece pero, ¿te vas a dejar llevar por todo lo que impone la sociedad? ¿vas a encerrar a tu espíritu? No recuerdas la canción de Varela, “y pintó mil veces su grafiti de amor”. Las condenas son las que uno mismo se impone. Una vez leí en Silvestre el Conquistador que el gran problema del mundo es que el hombre piensa poco en sí mismo, come poco, disfruta poco, tiene poco tiempo libre, toma poco, folla poco y ama poco. Al menos una vez en la vida tenemos que enamorarnos como Bovary, con amargura, celos, reconciliaciones y llanto, y sentir en la boca la amargura de la miseria, tomarse ese coctel ácido en la copa del corazón.