Manolo y mi bandera

 

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Por Denys San Jorge Rodríguez

Hace unos meses atrás tuvimos el privilegio en Bauta, en la peña “De Puño y Letra” de mi amigo Osvaldo de la Caridad Padrón de tener como invitado a Iroel Sánchez, autor del blog La Pupila insomne. Recuerdo aquella tarde que se debatió allí sobre internet, sobre los blog de los jóvenes en la isla y también sobre estos en la Cuba de hoy y en el futuro que nos deparaba en la red de redes.

Ayer también vi el articulo ¿Sin símbolos pero sin amo? de Iroel en su blog y me resultó muy interesante, es algo que nos viene golpeando. Recuerdo a tono con este artículo como hace unas semanas atrás cuando se me acercó mi amigo Manolo el poeta y me dejó asombrado con algo increíble que había realizado. Manolo, es un gran joven que quiere pasar un taller literario, que quiere publicar y que este país sea el mejor del mundo y día a día me recuerda a Bonifacio Byrne, aquel otro gran bardo matancero que le dedicó unas excelentes letras a nuestra bandera y su vida por la lucha de la independencia cubana de la corona española. Manolo, un apasionado como buen cubano a nuestra insignia nacional me comentó indignado de Yenisey la Yuma, una vecina hermosa, bien barroca y de buenas carnes que un buen día emigró y ahora viene semanalmente en la condición de Mula desde Oklahoma, y en uno de esos últimos viajes a su barrio sacó una bandera cubana y la puso fuera de su casa dejando a todo el barrio atónito. ¿Cómo sería posible?

Manolo, me comentaba mas sobre Yenisey la Yuma y yo sonreía, sobre como ella cuando vivió en Cuba ni quiso tener esa bandera porque según ella aludía simplemente al kremlin. Menos ponerla fuera de su casa cuando un desfile. ¿Cómo era posible? ¡Semejante desequilibrada! No sabe ella que esa bandera fue realizada por grandes hombres revolucionarios que en su condición de masones un día conspiraron e inspirada en la  simbología masónica crearon una de las banderas más hermosas que existe en este universo. Eso Yenisey seguro ni lo sabe. Yenisey, no lee. Solo pinta de seguro sus uñas con rojos bermellones. Manolo, me habla de Yenisey y quedo a su escucha oyéndole sobre el primer viaje al barrio y la primera bandera cubana que vio en un pulóver blanco y hermoso que ensalzaba su protuberante pecho de grandiosa cubana. ¡Le quedaba lindo! Eso sí. Me dijo y me comentaba como después en otro viaje percibió a Yenisey en una mañana con unas medias largas en un short corto y en estas unas banderas cubanas. Manolo, contaba las historias de la insignia nacional que tal parecían sacadas todas de las propias maletas y gusanos de Yenisey la Yuma que habían venido desde Oklahoma, donde allí había matizado con varias cirugías plásticas su protuberante cuerpo y quizás su mente asegurándole que la bandera que vendían en Oklahoma, no era la de la isla.

¿Cómo era posible si Yenisey nunca fue patriota? Manolo, solo me decía que el siempre quiso tener una, y nunca pudo por no saber donde venderla, porque cuando supo no pudo comprarla por su alto costo en divisas y ahora veía como una “exiliada” traía una y él no podía responderle con una buena bandera cubana. Ahora solo le preocupa, y me lo comenta en risas que la hermosa de Yenisey traiga un buen día todas sus maletas y gusanos llenos de banderas cubanas, confeccionadas con buenas telas, ¡hasta en satín!, para venderlas en el barrio.

Hace unas semanas atrás se me acercó mi amigo Manolo el poeta en la carnicería y viendo cortar la carne del pollo por pescado me susurró al oído que había realizado un robo nacional en su pueblo natal más allá de la admirable bandera que ondea en Guanajay, y me aclaró que también la dejan ahí cuando llueve. Quedé serio. No entendí. Le miré y me comentó sobre una hazaña heroica de la que había sido autor intelectual, había sentido tanta rabia por la bandera de Yenisey la Yuma, justo al lado de su casa, que se sintió abatido cuando vio que aquella bandera era definitivamente hecha y traída desde Oklahoma y fue, y se robó una bandera cubana, grande hermosa de un organismo del estado y me comentó con la alegría en sus ojos, “Anoche dormí abrazado a ella”. Eso era algo patriótico, cubano y humano.

Suspiré y supe que yo también le tenía puesto el ojo a una bandera en Bauta, una hermosa que también quería tener yo para ponerla en mi cuarto, y también a la entrada de mi casa y ondeando encima de mi hogar en el Callejón de los Perros para cuando Cuba vuelva a jugar en el Clásico Mundial de Béisbol y entonces le abracé y de pronto me susurró la estrofa de Bonifacio Byrne al oído: “Si deshecha en menudos pedazos, llega a ser mi bandera algún día…, ¡nuestros muertos alzando los brazos, la sabrán defender todavía!…. 

 

Original en: https://denysanjorge.wordpress.com/2015/05/05/manolo-y-mi-bandera-2/ 

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