Días de Duelo
Para Dalia
Carga el duelo su rostro misterioso,
se canta, se encoge entre el resquicio,
y en el hueco lunar de un precipicio
la lágrima sutil se hace sollozo.
El silencio impecable y presuroso,
eco sordo que salta del bullicio,
nos reclama un lugar en el hospicio
o al costado del trance sigiloso.
Con mudeces, recurso de los tiernos,
el duelo se hace a trazos detonando
las insignias del mal y sus infiernos.
En el hondo pesar de los fraternos,
el duelo nos reitera precisando:
No son buenos los días: ¡son eternos!
Amaury Pérez Vidal / diciembre 4 / 2016
Comentarios
Publicar un comentario