La Esperanza, una finca sostenible
Se sentía satisfecho de abandonar el corral. Atravesó el patio con efusividad. A primera hora de la mañana parecía que llevaba despierto toda la madrugada. Se detuvo debajo de la arboleda de mango que da sombra al camino de entrada, justo en el medio del lado más largo del triángulo que forman las tres casas de la familia. - “Anoche parió una vaca y hasta ahora mismo estábamos atendiendo al ternero. Le puse Lucero, porque ese vino a encendernos la esperanza. Llevábamos varios meses sin leche”. Luego de las debidas presentaciones comenzó a develar su paraíso. La pantomima de sus manos parecía que en todo momento levantaba un manto. Adornó su retórica con décimas, presentó por su nombre a cada animal de la finca y describió cada planta como si recitara un manual de botánica. - “Aquí la jornada comienza con el primer rayo de sol. Primero se ordeña la vaca si tiene cría. Después se corta hierba y se muele en la picadora para alimentar a los carneros y los ternero...