La muerte del Hombre Grande

 

El tributo sincero adquiere el vigor de las luces que irradia la historia, porque solo la muerte heroica en maravillosa lucha por la liberación de un pueblo, es la única muerte que adquiere completo sentido.

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“…buenas noches Historia agranda tus portones
entramos con Fidel con el caballo…”

 Juan Gelman: “Fidel”. En: Gotán (1962).

“Dicen que me arrastrarán por sobre rocas…”

Silvio Rodríguez

Hay cosas con sentido de diversas tonalidades que pueden resultar fugaces, instantáneas; predecibles, exquisitas. Hay cosas sin sentido, como un cadáver, como la muerte; impredecibles, sin sabor.

Cuando Cuba estuvo de luto por aquellos días, los cubanos nos dimos las manos desde Pinar del Río hasta Guantánamo. Aquella fraternidad solo se alteró cuando tocó ver pasar el cortejo fúnebre que nunca imaginamos ver con nuestros propios ojos. Se levantaba la diestra solo para decir Adiós, o para realizar el bien aprendido saludo militar; 45 grados y el índice por encima de la ceja: ¡Ordene!

Fueron días en que en aquel silencioso y colorado pueblo solo se escuchaba algo: “Dicen que, en la plaza en estos días, se les ha visto cabalgar a Camilo y a Martí, y delante de la caravana, lentamente sin jinete, un caballo para ti”.

Así mismo, en caravana, partieron todos, dejando vacías las calles para colmar la Plaza. Había muerto un Hombre Grande. Los más jóvenes custodiaban la retaguardia de aquellos que encabezaban la peregrinación y llevaban en el pecho tantas medallas. Nuevas y viejas generaciones se entremezclaban intentando consignas o vitoreando apagados ¡Vivas! a la Revolución, y a la inmortalidad del que había muerto. Para muchos jóvenes aquellos les parecía demasiado lejano; ¿cómo imitar aquel ejemplo, aquello que no eran, ni serían, aun proponiéndoselo? Todavía lo estamos intentando.

El tributo sincero adquiere el vigor de las luces que irradia la historia, porque solo la muerte heroica en maravillosa lucha por la liberación de un pueblo, es la única muerte que adquiere completo sentido. Entonces, si ya aquel Hombre había logrado la Libertad, ¿por qué tenía que morir? ¡Qué necio!

¿Quién era él?

Sobre él nos han contado que lo resolvía todo. Recuerdo aquella Mesa Redonda en que Rosa Miriam Elizalde contaba que su hija le decía, en medio de la Batalla de Ideas por el regreso del niño Elián González, que no se preocupara tanto si “Él va a ir y lo va a traer”. Él también dijo en Tribuna: “Solo les digo una cosa: ¡Volverán!”, y aquí están.

Y hasta sus enemigos que lo criticaban porque lo admiraban, lo odiaban porque lo querían, y hasta lo escuchaban porque lo respetaban, celebraron con dolor. Murió cuando quiso: 638 intentos de asesinatos. No hay mayor fracaso para otros que se hacen los hombres que alegrarse por la muerte de aquel hombre que no pudieron vencer en vida. Pero el cuerpo se gastó. ¿Quién dice que es fácil la vida de Rebelde? ¡Condenadlo, no importa; murió como vivió!

“¿Por qué soy comunista?”, se preguntó en su última aparición pública en la Asamblea. ¿Qué quería decir con aquella pregunta? Nos puso a pensar, a preguntarnos: ¿Qué somos? ¿Por qué somos? ¿Hacia dónde vamos? ¿Qué queremos? Él nos alertó aquel 17 de noviembre de 2001, en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, sobre la posible la reversibilidad y destrucción de la Revolución Cubana. Hace 20 años nos dijo en cara que esto puede que “eche pa´tra”. ¡Cuidado!

Conversando con el Gabo, le confesó que, de haber sido otra cosa, hubiera preferido ser escritor. Y lo fue también. Incansable lector, escritor y crítico literario según el Nobel colombiano. “El único estadista que escuchaba a los intelectuales”, han dicho. Fue él quien invitó a todos los periodistas del mundo a reunirse en la más grande rueda de prensa que ha visto este país: Operación Verdad, para desmentir todas las falsedades que sobre la Revolución se emitían. Fue él quien, en su papel de Primer Ministro, se dirigió a los preocupados artistas y escritores con unas “Palabras a los Intelectuales” en las que sentenció: “dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada”. Aquel mismo año de 1961 declaró que esta es “la Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”. Y convirtió a Cuba en el primer país libre de analfabetismo en América Latina, y eso incluye a todo tipo de humilde.

Sus afortunados entrevistadores Gianni Miná, Tomás Borges, Frei Betto e Ignacio Ramonet, lo recuerdan como un entrometido y preguntón que lo quería saber todo. Fueron sus cambios de tono y esas ansias de vivir cuestionando lo que lo hicieron un gran comunicador.

Un ejemplo, dicen unos. La mente más brillante del siglo XX, dicen otros. Un loco, lo tildaron más allá de nuestras fronteras. Toda la gloria del mundo cabe en un grano de maíz, dicta la metáfora martiana.

¿Será que noviembre es el mes más Necio del año? Aquella noche del 25 de noviembre de 2016 dejó mudos a algunos. Otros salieron a caminar como si la calle fuera una eterna madrugada, sin rumbo. Algunos se apostaron en el portal a mirar al cielo. Vimos tantas flores. Silencio. Llanto. Dolor. Pérdida. Banderas cubanas, del M-26–7. Telas negras. Hasta el papa rezó por el eterno descanso del Hombre Grande. Pueblos del mundo se unieron al luto.

Por primera vez muchos no estuvimos de acuerdo con él.

 

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