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Mostrando entradas de octubre, 2023

La intranquila realidad

La realidad como tranquilidad La cultura hace que sea tentador (y fácil) aislarnos de la realidad. En general, es importante reconocer la realidad tal y como es para poder tomar decisiones informadas y desarrollar estrategias efectivas. Aunque puede ser tentador evitar la realidad y centrarse en una versión idealizada de las cosas, esto puede llevar a problemas a largo plazo. La evasión de la realidad puede ser una forma de escape temporal. Ignorar los problemas financieros, por ejemplo, puede llevar a una acumulación de deudas y a una eventual bancarrota. De manera similar, ignorar los problemas de salud puede llevar a enfermedades crónicas o incluso a la muerte prematura. Es importante reconocer que ignorar los problemas no los hace desaparecer, sobretodo si de salud se trata. Es fundamental que las personas se sometan a chequeos regulares y sigan las recomendaciones de sus médicos para mantenerse saludables. Ten en cuenta que el médico no es la causa de los síntomas, él solo informa

Cristobal Colón: El hombre que abrió las puertas a los Tiempos Modernos o la aventura de ensanchar el mundo

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A los terraplanistas cubanos...  Por: Manuel Alejandro Hernández Barrios  Al océano Atlántico lo llamaban antes de 1492, el Mar Tenebroso, porque si navegaban hacia el oeste, en un momento determinado ese mar que era tan plano como la tierra se acababa y los navegantes se precipitaban hacia un vacío que nadie sabía qué era. A bordo de las carabelas, unos temblaban, otros se deprimían, algunos esperanzados oraban en silencio, otros desesperados rezaban a gritos, aquellos conspiraban en silencio sobre el fracaso, y Colón miraba hacia el fin del Viejo Mundo conocido, convencido de que mientras más al oeste llegara, más cerca de las Indias estaría. El mundo se ensanchaba ante los ojos incrédulos y partidarios. Los vientos favorables los impulsaron hasta hacia tierras desconocidas. Los miedos afloraban a bordo de Niña, Pinta y Santa María. Mirar hacia atrás, a donde nacía el sol, era mirar al hogar que no se sabía si se volvería a ver. El viaje A estas alturas ya existe el mundo tal y como

El laboratorio

 Durante el amanecer la escalera se llena de siluetas. En el cielo asoma el anaranjado por el Este, pero en el suelo todavía está oscuro y frío y húmedo. Las luces de la sala de espera del laboratorio nos atraen, como a moscas. Pegados a aquellos escalones nos aferramos al desorden que impone encontrar un pedacito para reposar la espera. Nos encandila la luz que atraviera la cristalería que es todo el frente del edificio cuadrado de una sola planta. Detrás  de esa cortina transparente aparece primero el administrador, después María Elena. Se saludan con un beso demasiado cariñoso para no haber dormido juntos. Las siluetas que somos empiezan a hablar entre ellas, se prestan una fosforera, se alumbran el rostro con los celulares. Avanza el astro y comienza a definirse quiénes somos, cómo nos vestimos, qué colores llevamos puestos. Ya no se ve la colilla encendida o el rostro iluminado. Se comienza a ver el humo y el desespero en los pies que zapatean el cemento.   ... En la escalera no c