¿Qué tienes?

 ¿Qué son las verdaderas ganas? ¿Qué es el verdadero deseo? ¿A quién pertenecen las ganas y el deseo, a quién las siente o a quien las provoca?

¿Qué tienes, qué tenemos, qué nos pasa? Ay de lo que nos pasa, Ay de lo que nos amarra! Esta cuerda dura de realidad que nos ata, nos hiere, nos complace. ¿Queremos que nos siga ahogando? Pero, ¿dónde queda el placer? Estar herido así, es doloroso. Nos condena. Nos desangra. Nos quema. Pero no quiero separarnos. Quiero me ate este nudo y nos condene. Quiero que la cuerda de tu presencia en mi vida me ahogue. Quiero que la presencia de tu mirada en mi vida me fulmine como un rayo. Quiero morir tantas veces como te sepa mía, y renacer como Fénix, totalmente encendido para quemar, evaporar tu presencia, y que me extingas. Fuego apagado, animal renacido. 

¿Qué tienes? que me envicias. ¿qué miras? que no miro ¿qué tocas? que no es a mí. He hallado muchos motivos para alegrarme de tu presencia en mi vida. Y no son tus ojos, es tu cerebelo. No es tu boca, es tu conversación. No es tu cuerpo, es tu sensualidad. No es tu belleza, es tu divinidad. No es tu esbeltez, es tu exotismo. No es tu presencia, es tu existencia. Pérdido te busco en mil pensamientos. En cuál de ellos soy más correspondido, no sé. No me hace falta saberlo si solo reaccionas a esta carta, aunque no respondas. 

No te niego que me he imaginado resbalando por tu cuerpo. un cuerpo real, humano. Un cuerpo que queda grabado como profecía de oráculo. Si lo fueras, escalaría hacia ti como espartano. Pero te dejo ser real, para que vayas por ahí, ilusionando al mundo, vaciando cabezas, provocando envidias, seduciendo miradas, enloqueciendo libidos. Camina por el mundo, vive. Yo alimentaré tu ego con mis simulaciones. Que no seas mía, justifica que no sea tuyo en esta terrible y vaporosa realidad. Pero mi alma vaga en nuestras ensoñaciones, donde vivimos solo tú y yo, sin aire, sin sonido, sin substancia. Solo dos cuerpos en ese mundo espiritual. Solo dos cerebros en esta realidad. No buscamos en vano una respuesta, simplemente la disfrutamos. En la profundidad de mis brazos te arropo, en esa profundidad excavas, me buscas, me encuentras. Pero aun es más profundo tu mundo, bajo tu piel, bajo tus ojos, y hacia ahí enrrumbo la brújula de estas ensoñaciones nuestras, con doble sentido, con ambiguaciones, con peligrosas expresiones. Voy hacia ti en una tormentosa corriente cristalina, cantando, enfrentando terribles monstruos míticos. Con mi espada voy hacia ti. y aunque no existas, vale la pena el camino. De mi travesía se cantarán canciones, se ecribirán sagas, se deleitará el amante con mi poesía. Solo porque tú Dulcinea, exististe en mis ensoñaciones, como la razón de la sinrazón que a mi razón se hace de tal manera que no me quejo de vuestra fermosura exquisita, bella y divina Dulcinea. ¿Por qué? no lo sé, Solo sé que en mis ensoñaciones existes.

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